Cuando me contaron de este fenómeno en la red no entendí.
Cuando me lo explicaron nuevamente seguí sin darme cuenta de qué se trataba.
Y solo al ingresar al mundo “Twitter” pude dimensionar, finalmente, lo que otros ya habían experimentado.
Me desprendo acá de toda la vasta información que la blogósfera aporta sobre la cuestión. La he leído. Comparto algunas cosas, otras no. En realidad no es lo importante ahora.
Soy un eterno buscador de sensaciones.
No al extremo de abrazarme con una heladera y esperar de ella alguna reacción. Pero intento buscar una sensación, algo más allá, en cada una de estas experiencias.
Tenía un gran problema. Mi tiempo de permanencia. Soy un inconstante. Lo he sido siempre. Me gusta “picotear” y seguir. Así como tengo afectos ya eternos, gustos ya definidos e inmutables, accedo a estas novedades asumiendo la posibilidad de ser “conquistado” por ellas pero con el riesgo, cierto, de ser apenas “seducido” durante algún tiempo hasta que mi propio andar me lleve hacia algún otro lado.
Me ocurrió con este ámbito (el de los blogs) al que ahora he vuelto.Tres blogs nacieron y murieron en el término de tres años en donde, al principio, los post se acumulaban de a tres a cuatro por día hasta que, indefectiblemente, comenzaban a espaciarse más y más.
Siento, de alguna manera, que mi necesidad es la “instantaneidad”. Bicho de radio al fin preciso la reacción casi inmediata. No importa qué reacción. Cualquiera. Pero saber que estás ahí al instante en que quiero que estés.
Y en ese sentido “Twitter” me gustó.
Porque está lleno de presencias.
De todo tipo. Una verdadera comunidad.
Está el solidario, el servicial, el humorista, el canchero, el conquistador, el tímido, el techno, el culto, el perfectito, el bolsero, el agresivo, el botón, el figuretti.
Hay de todo.
Y lo maravilloso es que, si uno se toma el trabajo, puede leerlos absolutamente a todos aunque ellos ni estén enterados de tu presencia. Onda “voyeur”. Un ver sin ser visto que, parece, es todo un tema ya que suena injusto el “seguir” a alguien que no muestra el más mínimo interés en “seguirte” a vos.
No fue mi caso en donde mi idea fue tratar de seguir, al principio, la mayor cantidad de personas posibles y después quedarme puntualmente con aquellos que, por alguna razón, me interesaba leer.
Más allá de eso, entonces, esa comunidad permite no solo el seguimiento cotidiano de los que están en tu lista sino acceder a proyecciones de ellos mismos al enlazarse sus perfiles con los blogs que escriben. Y allí el mundo “Twitter” comienza a expandirse dándole a cada uno de los que cotidianamente lees otro tipo de perfil que no es, tal vez, el que exactamente suponés al momento de leerlos.
Es así que una twittera puede hacerte reír en cada una de sus apariciones como enternecerte cuando lees a esa misma persona en su blog. Y aunque parezca de locos, aunque ni siquiera sepas quien es ni ella quien sos, leerla luego de acercarte a su otra parte “humaniza” sus apariciones.
Twitter aporta, entonces una novedad constante para al que así lo quiere ver, un rutinario cada día para el que se queda, únicamente, en la superficialidad de los comentarios y muchísima información, permanente, para el inquieto que pica en los enlaces que van dejando en los txt.
Twitter, sin duda, estará buscando su destino.
Su forma final. Mutará con las necesidades de los que proyecten en esta “herramienta” mucho más de lo que hoy es.
En ese camino el logro es, desde mi lugar, que acerca personas en un mundo que tiende a alejarlas.
Que aproxima a la gente. Que los sienta en un café. Que les impone la necesidad de reunirse. Que le permite al solitario un saludo de “buenas noches” a gente que leyó sin saber si la leían. Y tal vez ese saludo hasta sea respondido por alguien.
Y ahí, sencillamente, radica el pequeño “milagro” más allá de lo techno que parece ser todo esto.
Que esta herramienta despierte, en muchos, sensaciones humanas.
La pucha…eso, sin duda, no es poca cosa.
Twittear o no Twittear
Publicado por
mecano59
en
8/30/2007 07:42:00 p. m.
Etiquetas: twitter
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